miércoles, 8 de abril de 2009

Cebú

Cupular cual las urbes de Imerina

ostensibles allá en las colinas

o talladas a piel de roca;

con giba igual a los hastiales

que esculpe sobre el suelo la luna,

ved al toro potente y púrpura

del color de su sangre.

Ha bebido en los bordes de los ríos,

pacido de los cactus y las lilas;

vedlo ahí yacer frente a la yuca

ahíto aún del perfume de la tierra,

y delante de las pajas arroceras

que a sol y a sombra hieden violentas.

La tarde lo ha cavado todo

y ya no queda horizonte.

El toro ve un desierto que se extiende

hasta fronteras de la noche.

Son sus cuernos un creciente

que asciende. Desierto, desierto,

desierto frente al toro potente

extraviado con la tarde

en el reino del silencio,

¿qué evocas tú en tu duermevela?

¿Esos otros sin corcova

que son rojos como el polvo

que su tránsito eleva,

dueños de despobladas tierras?

¿O sus ancestros, que cebaban los labriegos

y llevaban a las villas con jaeces frutales,

en holocausto para el Rey?

Brinca, muge,

él, que morirá sin gloria,

luego dormita de nuevo, aguarda,

siendo del paisaje la joroba.





Poema de Jean-Joseph Rabearivelo del libro "Presque-Songes"

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