jueves, 19 de febrero de 2009

Palabras de Salud

Estos ojos vienen de un tiempo ido.
Tienen iris lunar, pestaña arbórea...
Un pensamiento impecable acude presto
al toque de campana del corazón.
Escudriña a través de sus lágrimas,
y en las dos luces del desvelo
saca a flote
la contraseña.



Miguel Suárez del libro La perseverancia del desaparecido.

jueves, 5 de febrero de 2009

Hemos llegado al hogar

Hemos llegado al hogar
desde la guerra sin sangre
con el corazón abatido,
nuestras botas llenas de orgullo
de la verdadera matanza del alma,
y nos hemos preguntado
“¿Cuánto cuesta ser querido y después abandonado?”
Hemos llegado al hogar
y traído la promesa
escrita en colores de arco iris
a través del cielo — para enterrar- ,
pero no es el momento
de colocar coronas
por los crímenes de ayer.
La noche amenaza,
el tiempo se disuelve,
y nada conocemos
del mañana.
Los tambores borboteantes
a la estrella hacen eco.
El bosque aulla
y entre los árboles
el oscuro sol aparece.
Hemos llegado al hogar
cuando vacila la aurora
cantando canciones de otras tierras,
la Marcha Fúnebre
que nos viola los oídos,
sabiendo que toda nuestra tradición y nuestras lágrimas
se juegan al cara o cruz de una moneda.
Hemos llegado al hogar
al pie de las verdes colinas
a beber el grito cálido
y suave del canto de los pájaros.
A las playas ardientes
donde los botes salen al mar
a desgranar la cosecha del océano
y las tenaces gaviotas se hunden
y deslizan volcando besos sobre las olas.
Hemos llegado al hogar
donde a través del relámpago
y la lluvia atronadora,
la peste, la sequía,
el espíritu empapado
se demora en el camino arenoso
sosteniendo los torturados restos
de la carne,
Ese espíritu que no pide
al mundo favor alguno
sino la dignidad.



Peters Lenrie del libro "Poesía africana de hoy"

lunes, 2 de febrero de 2009

¿De dónde venimos, a dónde vamos? (I)

Nuestros días esperan su turno en las palmas de los niños,
nuestros días son semillas en las palmas de los niños,
en las palmas de los niños verdearán.

Pero los niños puede que mueran mañana,
no de paludismo ni de difteria,
ni tampoco por caerse a un pozo;
los niños puede que mueran mañana
pueden morir mañana como si fueran soldados barbudos,
los niños pueden morir mañana abrasados por las nubes atómicas
sin dejar ni un puñado de ceniza
nada salvo sus sombras.
Como unos negativos en la oscuridad del vacío.
Crematorio, crematorio, crematorio.
Veo un mar,
un mar cubierto de peces muertos.
Negativos en la oscuridad del vacío,
los días que no hemos vivido
son los que desaparecen junto con las palmas de los niños.



Nazim Hikmet del libro Poemas Finales